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lunes, 10 de septiembre de 2012

UN DÍA DE PLAYA (THRILLER).


Estos últimos domingos de verano los estoy empleando en apurar la playa al máximo, sobretodo porque los críos me lo demandan. Así que bien tempranito arranqué a mi doka Giulia y salí en dirección NorOeste, a una de las playas de olas más divertidas de la isla. Me encanta la TF 5 los domingos bien temprano. Es una carretera sinuosa y agradable de conducir donde el mar, los acantilados y las palmeras que acompañan buen parte del camino.




Tras la parada de rigor en el Mirador para desayudar y pillar unos bocatas y refrescos para la playa, seguimos adelante, pronto estábamos a las puertas de Icod.


Un poco más allá, Garachico con su imponente Roque.
 

Tuve que parar en el casco de Buenavista para comprar frutas y verduras (de excelente calidad) y hacer un poco de tiempo, ya que a esa hora ni los cangrejos estarían despiertos en la playa. De hecho a mi me costaba mantener los ojos abiertos.
 

Por fin, tras dejar a trás el Golf del Norte, llegamos al parking de la playa. Como se ve no había llegado ni el socorrista. A la media hora, el parking empezó a llenarse y el gentío tomó la playa al asalto: niños con cubos y palas, abuelos con sillas, señoras con perolas de comida, chicas en tanga, mirones varios, jóvenes con bodyboards y padres con cara de cabreo. Las sombrillas aparecieron como hongos tras la lluvia en el bosque. ¡Comenzaba nuestra jornada playera!


He aqui la playa a nuestra llegada. Un paraíso desierto, una cala privada, una paz y sosiego, un corre que nos van a quitar el sitio de la sombrilla....


Y tras no mucho tiempo, aquello se puso de bote en bote, pero defendimos nuestros 4 metros cuadrados con coraje frente a guiris y nacionales, y nos lo pasamos pipa comiendo bocatas de carne mechada sazonados con la negra arena de playa. Dicen que es bueno para blanquear los dientes, la arena los pule y los deja como nuevos... en fin, menos mal que la playa tiene esos charcos entre las rocas donde te pones y las olas te salpican como en un jacuzzi. Allí estuve un buen rato rodeado de señoras mayores dentro del agua con pamela y amena charla sobre programas de la tele, tamnién había niños que intentaban pescar algo en los charcos con un palito con red en el extremo. ¡Relajante! 


Tras el "duro" día de playa, recogímos los bártulos (no tenemos sombrilla, sino uno de esos refugios que parece una tienda de campaña a la que le han cortado un lado. Lamentablemente no es de las del Decathlon, no es de esas que lanzas al suelo y se montan solas. Para montarla hay que ponerle 3 varillas flexibles y autoajustables ensartadas por un ribete de la tela y luego tensarla en los apoyos. Para recogerla lo mismo pero al revés, o sea: 2 horas de montaje y desmontaje. ¡Por lo menos sirve para que los clásicos tocanarices de playa que no tienen otra cosa que hacer se entretengan mirando y comiendo pipas mientras tu sudas peleándote con ese jod*** invento! Tras el agotador esfuerzo, metimos todo en Giulia y a la vuelta paramos en la plaza de Buenavista: café, una silla, prensa, paz....

 La vuelta se hizo más llevadera, el tráfico era fluido y la playa nos había dejado agotados. Con la conciencia tranquila y el amargo sabor de la arena en la boca enfilamos los últimos kilómetros de vuelta al hogar.

 


 Llegando a casa "cazamos" a este Golf MK1. 
¡Por suerte el día de playa había terminado!

En fin,¡nada como un día de playa para darse cuenta de que en ninguna parte se está como en casa!¡Y encima me perdí la remontada de Alonso en Monza!

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