CANCIONES PARA RODAR....

lunes, 13 de agosto de 2012

LAS PERSEIDAS 1 (LA ABUELA ESTÁ CALIENTE)


Tal y como habíamos acordado, el sábado pertreché la doka con todo lo necesario para subir a las Cañadas del Teide a ver las Perseidas con el KAT. Poco a poco cargué las cosas: una tumbona de playa, un saco de dormir, una nevera con cerveza, refrescos y hielo, una linterna led, algo de abrigo, una generosa ración de albóndigas, otra igual de carne el salsa, vasos, tenedores, cuchillo y, de postre, un bizcochón de limón. Además de la consabida botella de Aldea añejo y un San Cristobal por si acaso...


Tras conducir por la autopista un rato y de paso quitarme dos o tres quilos de encima con la sauna de la doka (había alerta roja de calor) llegué a la PCAN de la Esperanza. Lo de siempre: el primero.

 

Al rato apareció Jesús, Eduardo y su hijo y más tarde Quino y el Oval que se estrenaba. Como somos un entusista grupo defensor de los motores aircooled, en nuestro empeño porque Volskwagen vuelva a dotar a sus coches con motores refrigerados por aire, decidimos echarle un par de narices al tema y subir hasta los 2330 metros de altitud con unos 40 grados a la sombra y con coches de más de 30 añitos. Estaba claro que el triunfo de enrtrada era una utopía. Yo me imaginaba una deshonrrosa bajada en punto muerto de alguno o todos debido al insoportable calor y la interminable pendiente. Pero me equivocaba...



Delante salió Eduardo con la T1, detrás su hijo con el kubel luego yo 
y detrás el cabrio, la otra doka y el oval.




Sobre los 1100 metros, Eduardo que encabezaba la marcha, aparcó a la abuela (su kombi T1) a un lado por miedo a freir salchichas y chistorras sobre el bloque motor. Paramos todos ya que era una buena escusa para refrigerar los coches y a nosotros con unas “garimbitas”. Mientras distribuía cervezas a dos manos, Eduardo nos miraba y abriendo los ojos nos decía:”La Abuela está caliente”.



Don Alberto Bichara iba de copiloto fotógrafo y de apoyo moral a Eduardo acariciando suavemente a la abuela y dicicéndole carantoñas para que ésta no se parase.


A los 1400 el oval daba tirones para mosqueo del trio de pasajeros, pero era debido a la poca mezcla de aire a esta altitud ya que su carburador estaba regulado a nivel del mar.


 
Tras un precioso paseo entre pinos y sudando como beduinos, los pinos se acabaron y superamos la cota 1800. Apareció el Teide entre la calima. A esas horas un incendio devoraba el otro lado de la isla. ¡¡Malditos pirómanos!!


Un poco más arrriba llegamos a las llanuras de Izaña y el Portillo 
donde hicimos la tercera parada de refresco.



Desde ahí iríamos a la recta del Parador a esperar la noche, 
pero esa es la segunda parte de la historia.